Hace algún tiempo tuve oportunidad de observar una clase en Secundaria. La maestra,
atendiendo la pregunta de un alumno, se esforzaba en explicarles que Madagascar era una gran isla
situada “abajito” de África,
por el lado derecho, si se miraba el continente de frente.
Lo
anterior, acompañado de movimientos que pretendían dibujar en el aire la
gran isla. Yo pensaba que le hubiera resultado más fácil buscarlo en un libro
de Geografía o mejor
aún, buscarlo en el Google
Earth y proyectarlo en una pantalla.
Cuando le pregunté las razones de no utilizar algún material de apoyo
ella aclaró que no tenía ningún mapa de África a
la mano y que tampoco había cañón o internet en la escuela pero sobre todo
enfatizó que, buscar los materiales para enseñar físicamente la ubicación
de Madagascar, implicaría
perder la atención de los alumnos y un tiempo muy valioso que le impediría
terminar el amplio programa que debía cubrir para que sus alumnos salieran bien
en el examen nacional de conocimientos que estaban por
aplicarles. Según Wise
“Los exámenes
alteran el currículum en formas indeseables porque requieren de tiempo y
preparar a los estudiantes para los exámenes requiere aún de más tiempo. Y todo
este tiempo se le resta a la enseñanza real”
Si a eso le agregamos un grupo grande, con una edad difícil y
situaciones familiares conflictivas, el panorama está completo. Tenemos una
maestra con estrés, que debe enfocarse a los resultados sin poder disfrutar del
proceso, mientras asimila los cambios que proponen los expertos y todo ello con
carencias tecnológicas que nadie imaginaría en pleno siglo XXI.
Los investigadores, que en muchos casos parecen ser más teóricos que
prácticos, critican la actuación de los maestros descalificándolos y
culpándolos de los resultados de pruebas de conocimiento y proponen metodologías vanguardistas e
innovaciones que más que ayudar, confunden y desconciertan la labor del
docente. Desarrollan tesis sobre los cambios en la sociedad y la adaptación de
la educación a esos
cambios, sin considerar los diferentes contextos que se viven en muchas de
las escuelas, sobre todo
las rurales.
Recuerdo las discusiones con un psicólogo prestigioso, que insistía en una metodología concreta para aplicar unos ejercicios que desarrollarían la inteligencia de los alumnos. El psicólogo no aceptaba la sugerencia de cambiar su método en un grupo de sexto de primaria y pidió dar una clase modelo para demostrar que él tenía la razón.
Recuerdo las discusiones con un psicólogo prestigioso, que insistía en una metodología concreta para aplicar unos ejercicios que desarrollarían la inteligencia de los alumnos. El psicólogo no aceptaba la sugerencia de cambiar su método en un grupo de sexto de primaria y pidió dar una clase modelo para demostrar que él tenía la razón.
No tardó ni diez minutos en
perder la paciencia y el control de los alumnos, con lo que su metodología no pudo ser aplicada como quería. Yo sólo espero que con esa lección se diera cuenta de que no es lo mismo la teoría que la práctica y eso lo saben bien los
maestros, que están hartos de "expertos" que jamás han estado frente a grupo..
Sabemos que todos los países que pertenecen a la OCDE tienen el compromiso de realizar determinados cambios en educación y someterse a las mismas evaluaciones que van pulsando el estado de la enseñanza y el aprendizaje. Sabemos también que hay que mantener informados y capacitados a los maestros en lo que está ocurriendo en el mundo de la educación y proporcionarles todas los medios que favorezcan una enseñanza de calidad para posteriormente evaluarla.
Sin embargo, el maestro está tan preocupado por los resultados que le exigen, así que en lo
único que se centra es el trabajo que debe realizar con los alumnos para
que salgan bien en esas pruebas, perdiendo con ello momentos de creatividad que enriquecerían su labor como docente y el acervo de los
estudiantes, además de la desmotivación que supone para ambas partes ese tipo
de enseñanza bajo presión.
El cambio, por cambiar y porque los países mejor evaluados en las pruebas
internacionales siguen tal o cual metodología, no es la solución. Tampoco lo es
devaluar una y otra vez a los maestros y atiborrarlos de cursos innovadores
importados de países del primer mundo que ya han superado la masificación en
las aulas, la deficiente infraestructura y sobre todo las carencias de todo
tipo con las que los alumnos llegan al salón de clases. Según Marris:
“Cualquier innovación
no puede asimilarse a menos que se comparta su significado”.
Se les exige a los maestros la
adaptación a un cambio en el que no han participado; una didáctica ad hoc con
los nuevos tiempos, haciendo uso de las TIC´s, mientras luchan contra las carencias y unas
circunstancias adversas y a los que no se les perdonan los malos
resultados.
Me parece que hay demasiadas voces empeñadas en gritar lo mal que está
la educación en determinados
países, a la luz de los resultados de exámenes internacionales, pero
pocos oídos dispuestos a escuchar y a entender las circunstancias en las que
trabajan esos maestros.
Es tiempo de establecer prioridades en la educación, tiempo de ser local sin
dejar de ser global y tiempo de disfrutar del proceso y del resultado. A los
maestros hay que hacerlos partícipes y protagonistas de esos cambios, puesto
que nadie mejor que ellos sabe cómo y cuándo innovar y principalmente en qué
condiciones, para que no tengan que explicar nunca más, por falta de tiempo o
de recursos, la ubicación de Madagascar en
un mapa imaginario. Petra Llamas Publicado en La Jornada Aguascalientes el viernes 20 de mayo del 2011.
Twitter: @PetraLlamas
Correo:petrallamasgarcia@gmail.com
Youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas/videos
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