“Las universidades y las demás instituciones
de educación superior (…); realizaran sus fines de educar, investigar y difundir la cultura”(…) Fracción VIII del Artículo 3º de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Es
muy interesante y tranquilizador que la Constitución Política señale los tres
grandes fines de la Educación Superior, docencia, investigación y difusión de
la cultura, porque se convierte en una guía a la hora de definir el concepto de
“Universidad”, sobre todo por la enorme proliferación de Instituciones de
Educación Superior en México (IES) y que en su gran mayoría no cumplen con estas tres
funciones, en especial la de investigación.
Las universidades sin calidad omiten
esta actividad porque se han convertido en simples negocios a los que les
interesa ponerle las cosas fáciles al cliente (véase estudiante) y más que
universidades son academias “patito” que cobran por emitir títulos, aprendan o
no sus alumnos.
El "mercado" de la educación universitaria particular es cada vez más amplio y
las ofertas superan con mucho a la demanda. Cada año hay una enorme avalancha
de anuncios en los que las Instituciones de Educación Superior (IES) se
promueven ofreciendo productos de regalo a los que se inscriban y becas
maravillosas, pero lo que más sobresale es el ofrecimiento de títulos y cédulas
en tiempo record y con muy poco esfuerzo
Ante
tal cantidad de ofertas, los jóvenes y sus familias no tienen demasiado claro
cuál es la IES que les pueda ofrecer el mejor servicio educativo y
que les garantice, además, que egresarán con los conocimientos suficientes para
emprender un negocio propio o para encontrar pronto un trabajo
relacionado con la carrera que han estudiado.
El
concepto de “calidad educativa” nos fue heredado del mundo empresarial y
hace referencia al resultado de un producto final que cubre o supera las
expectativas del cliente. La educación es un bien social, un servicio que se presta a la sociedad y, como tal, debe ser evaluada a través de
una serie de indicadores que reflejen si ese servicio se está
llevando a cabo con la calidad que señalan los estándares nacionales
e internacionales y, dado que la educación es un sistema que
contiene a su vez otros sistemas que interactúan de una manera dinámica,
los indicadores deberán abarcarlos.
Basándose
en un modelo sistémico, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE) ha establecido una serie de indicadores que
derivan de cuatro dimensiones: contexto, recursos, proceso
y resultados.
- Los
indicadores de contexto hacen referencia a condiciones
demográficas, socioeconómicas y culturales en las que se desarrolla la
educación.
- Los
indicadores de recursos evalúan los materiales y los
humanos.
- Los
indicadores de procesos se encargan de la organización y
funcionamiento de los centros, práctica educativa y clima
escolar.
- Los
indicadores de resultados manifiestan los logros del sistema
educativo, como seguimiento de egresados, bolsa de trabajo,
cursos de extensión etc.
En
México, los organismos acreditadores tienen indicadores que
evalúan todas las dimensiones del centro educativo con
indicadores similares a los que señala la OCDE, mismos que
constantemente se están analizando, ampliando y perfeccionando en aras de una
mejor calidad en educación. No hay que perder de vista que describen un deber
ser de la Institución y podrían perfectamente convertirse en los objetivos
de la misma.
Las
Instituciones de Educación Superior de carácter público tienen el
imperativo de realizar autoevaluación diagnóstica por medio de los
Comités Interinstitucionales de Evaluación de la Educación Superior (CIEES)
y de acreditar los programas de estudio a través de organismos
autorizados por el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES),
lo que significa que son centros que han acreditado la calidad de la educación
que imparten.
Las
instituciones privadas, por su parte, pueden hacer lo mismo
a través de estos organismos o acreditar su calidad en la Federación de
Instituciones Mexicanas Privadas de Educación Superior (FIMPES)
Sin
embargo, es importante diferenciar los requisitos que marca la Secretaría de
Educación Pública (SEP) para que una Institución de Educación Superior
obtenga el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios (RVOE); de los
indicadores de evaluación que han establecido los organismos
acreditadores. Suele confundirse con facilidad el RVOE con la calidad
que debieran tener en su operación posterior y no siempre se someten a esa evaluación
que pudiera certificarla.
Desde
hace algunos años, se han estado abriendo muchas Universidades, mismas
que han cubierto sin ningún problema los requisitos de la SEP, por lo
que no existe ningún impedimento para que puedan prestar sus servicios; sin
embargo, el problema surge cuando la Institución se queda en ese nivel
y no se someten a evaluaciones que evidencien que sus procesos
son de calidad; por lo que reciben de manera justa o injusta el apelativo
de “patito”.
Obtener
el RVOE para abrir una Institución no es el objetivo final de un centro
educativo, al contrario, es cuando inicia su actividad de mejora constante y
de búsqueda de una calidad que se verá reflejada en el nivel de sus egresados.
No
es suficiente con publicar, en la mayor cantidad de medios de comunicación, que
se cuenta con todo lo necesario para ser una buena Institución, es
importante que un tercero lo diga también, hay que tener evidencias, porque
ampliar la oferta educativa sin constatar su calidad ya no puede
ser aceptado. Tienen que demostrar que saben lo que es calidad y que
además la tienen.
Una
Institución de Educación Superior debe cumplir con los fines que marca el
Artículo 3º constitucional, debe también entrar en la dinámica de la mejora
continua a través de la evaluación externa y sobre todo debe tener egresados con una formación integral, porque
entonces sí podrá evidenciar que es de
calidad el servicio que están ofreciendo.
Álvaro
Marchesi dice: “Un centro educativo de calidad es aquél que potencia el
desarrollo de las capacidades cognitivas, sociales, afectivas, estéticas y
morales de los alumnos, contribuye a la participación y a la satisfacción de la
comunidad, promueve el desarrollo profesional de los docentes e influye con su
oferta educativa en su entorno social”. Petra Llamas
Publicado
en La Jornada de Aguascalientes el 8 de julio del 2011.
Twitter: @PetraLlamas
Correo:petrallamasgarcia@gmail.com
Youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas/videos
3 Comentarios
Saludos, maestra, le faltó decir que las universidades "patito" además de carecer de investigación, también venden titulos y posgrados a diputados y politicos analfabetas, sin que estos se aparezcan siquiera por la dizque "universidad" y ese es el verdadero negocio o digame usted, ¿como pueden sobrevivir con tan pocos alumnos "regulares"? siga escribiendo con esa valentia y sentido comun. Saludos
ResponderEliminarSin ir muy lejos en el Perû también hay Universidades Patos y Hasta las patas,hay más de 60 Universidades, que en Perú lo llamamos CHICHA.Se ha desarrollado una suerte De patitos muy similar absolutamente en todo al del Estado De Mexico.Es una pandilla de mercachifles y desfraudadores de la educación.Salvo un 0.001% que no conozco que sea bueno.
ResponderEliminarQué triste panorama el de la educación superior convertida en negocio. Saludos
EliminarGracias por tus comentarios