“No tengo idea de cómo se usa una computadora. No me llevo bien con las nuevas tecnologías. Es cosa de niños y jóvenes porque ellos ya nacieron con el chip”
Éstas y otras expresiones podemos escuchar entre personas que se han negado rotundamente a aprender a utilizar las Tecnologías de la Información y la Comunicación, convirtiéndose en los nuevos analfabetos del siglo XXI y con esta actitud, siguen ampliando la brecha con las nuevas generaciones, a las que no podrán orientar ni guiar por un camino que ellos mismos desconocen.
Sexting es una palabra que se compone de la unión de otras dos de origen inglés: “Sex” (sexo) y “Texting” (mensajes de texto por celular). Aunque al principio sólo eran mensajes con contenido sexual, posteriormente, el desarrollo de los teléfonos inteligentes y toda su tecnología, ha derivado en la autograbación de poses eróticas, desnudos o actividad sexual explícita, con el posterior envío a compañeros, amigos o novios.
Este fenómeno, también es común entre adultos, pero habría que analizarlo desde otro enfoque. El problema del sexting es que se trata de una moda, cada vez más extendida entre muchachos de 12 a 16 años, que por presión de otros compañeros, por imitación o como broma, se graban en actitudes provocativas y envían las imágenes por internet, confiando en que el receptor hará buen uso de las mismas. Sin embargo, esa imagen puede salirse de control y circular libremente en la red, convirtiéndolo en el blanco de exhibición y burlas.
El problema de agrava cuando en esa cadena de difusión interviene un adulto ya que, al tratarse de menores de edad, estará incurriendo en delitos de posesión y distribución de pornografía infantil, violación de la intimidad o corrupción de menores.
El menor tampoco escapa a las implicaciones legales y además puede verse expuesto a “ciberbullying” o acoso por internet, en el que utilizarán su imagen para humillarlo constantemente.
Puede ser también víctima de “grooming” o acoso de algún adulto para obtener sus favores sexuales o bien puede caer en la “sextorsión” que es el nombre que se le da al chantaje con la finalidad de conseguir algo a cambio de no difundir el material.
Es conveniente enfatizar que el sexting tiene consecuencias negativas para los implicados, daña al protagonista de la imagen y a los todos los que participan en su difusión.
Lo que puede parecer algo divertido, para ligar, impresionar o como una expresión de amor, puede convertirse en algo que les causarán graves problemas emocionales, si la imagen se vuelve del dominio público, además de que puede convertirse en una pesada cargar que, a futuro, podría afectar su vida laboral o familiar.
Según las estadísticas, son más el número de mujeres que de hombres las que se autograban desnudas o en actitudes eróticas con la finalidad de atraer al chico que les gusta.
La adolescencia se caracteriza por el despertar de la sexualidad y las emociones que conlleva. Es también la etapa de la afirmación y el autoconocimiento, en la que existe una enorme necesidad de aceptación y pertenencia a un grupo.
La manera en que ellos viven esta etapa dependerá de una serie de características personales y sociales, pero sobre todo tiene que ver con las demandas del mundo que los rodea. Y ese mundo está lleno de estímulos que no siempre son educativos.
Hay demasiada violencia y sexualidad a su alrededor. La situación empeora cuando han tenido una educación sexual deficiente y con poca o ninguna formación en el pudor o la intimidad. No hay que olvidar que los adolescentes están en proceso de formación y su inmadurez los puede llevar a realizar actos sin medir las consecuencias.
Existen muchas maneras de prevenir que los hijos practiquen el sexting, pero la primera de todas siempre será una buena educación sexual, proporcionada por los padres, evitando que la reciban de los amigos de una manera distorsionada.
Corresponde también a los padres, con la colaboración de los maestros, ofrecerles una información completa sobre los riesgos y las consecuencias del sexting, con todas sus implicaciones legales.
El sexting es un fenómeno con el que ninguna otra generación ha tenido que lidiar antes y que desafortunadamente cada vez se extiende más. No se trata de estigmatizar las tecnologías, rechazando el internet, los celulares o las redes sociales, sino enseñarles a navegar de una manera segura y responsable; educarlos en la cultura de la privacidad; en no participar en el sexting, ni produciéndolo, ni enviándolo y mucho menos difundiéndolo y sobre todo, dialogar mucho con ellos, ganarse su confianza para que, en caso de haber realizado sexting, puedan solicitar su apoyo y comprensión.
Ese diálogo con los hijos podrá ser más claro y profundo si los padres conocen y dominan las tecnologías en las que ellos se están moviendo. Se trata de hablar el mismo idioma, pero si insisten en no querer saber nada sobre el mundo digital, estarán dejándolos a su suerte, sin control, sin orientación y sin guía.
Me gusta mucho esta opinión de Antonio Gala que dice:
“El adelanto de la técnica, hoy, es el mayor de la historia pero el ser humano no ha progresado con idéntico ritmo (...).Todo avance debe ser, ante todo, moral; ofrecerse al ejercicio del ser humano, que es quien florece de dentro a fuera, y no al contrario. El progreso material es una simple consecuencia del otro.” Petra Llamas
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Publicado en La Jornada de Aguascalientes
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