Los valores que le hacen falta a la escuela




En 2011, siendo Secretario de Educación Pública de México, Alonso Lujambio Irazábal, se dio a conocer un documento que contenía: “Los Lineamientos generales por los que se establece un marco para la convivencia escolar en escuelas de educación básica del Distrito Federal", en el que se contemplaban sanciones para cuando los estudiantes cometieran graves faltas como: distribuir drogas, cometer abuso sexual y portar armasCabe señalar que la anterior normatividad databa de 1982.

Contenía medidas disciplinarias que iban desde exhorto verbal y la reparación del daño, la suspensión y el traslado a otro plantel, hasta la intervención de la policía. El objetivo era, según el secretario, 
“poner orden” en los espacios escolares para que los maestros recobraran su autoridad y los menores, su “dignidad”. También lamentaba que se hubiera perdido la paz y la armonía en las escuelas mexicanas, con profundas y terribles consecuencias sociales.  

Tal parece que la preocupación por los indicadores con los que se mide la educación, se ha enfocado en los conocimientos y ha dejado de lado algo tan importante como la formación en valores. Pero no valores de libro de texto, sino conductas en las que se reconozca, se valore y respete la dignidad de todos y cada uno de los que conforman la comunidad educativa.

Educar en valores significa que se parte, inevitablemente, de la dignidad humana, por ser la base sobre la que se construyen los demás valores y los derechos humanos. Se necesita tener mucha claridad en esta idea para que el acto de educar sea mucho más que instrucción o adiestramiento y se convierta en una auténtica formación integral.

Los valores se pueden ejercitar en todas las actividades que se presentan en el centro educativo, no es necesario crear una nueva asignatura, basta con que el maestro sea un ejemplo y que aproveche situaciones concretas para reforzar el respeto, la creatividad, responsabilidad, trabajo colaborativo, la disciplina o el orden.

Trabajar los valores en una escuela implica el convencimiento de que es algo bueno y por tanto debe convertirse en un hábito, en un ejercicio continuo. Tratar de que prevalezca un clima moral regido por la justicia y la solidaridad y sobre todo procurar el crecimiento personal junto al intelectual.

Es posible que alguno de los patrones sociales y creencias se hayan modificado a lo largo de los años, pero es un hecho que todas las sociedades tienen un marco legal que regula las conductas de los ciudadanos. La escuela no puede permanecer exenta de reglas y normas de convivencia porque, si bien no es la sociedad en su conjunto, la representa. Formar a un niño es formar a un futuro ciudadano.

Antes, la familia era el espacio donde se promovían los valores y los padres eran los primeros educadores de sus hijos, por lo que, al menos teóricamente, no se debiera delegar a las instituciones educativas. Sin embargo, la escuela ha tenido que adoptar ese rol y al asumir esa responsabilidad, también ha adquirido el compromiso de cumplirlo de manera impecable. 

Fue un gran avance que las autoridades educativas, en ese entonces, se hayan hecho eco de los reclamos de padres de familia y de toda la sociedad para que se le devuelva la misión a la escuela, junto con el respeto a todos los que en ella trabajan y conviven. Es loable que hayan reconocido el desprestigio en el que se ha sumido a los maestros de manera sistemática, asignándoles toda la responsabilidad pero negándoles al mismo tiempo toda la autoridad

Es excelente que hayan reconocido abiertamente que las faltas de respeto campean a sus anchas por aulas y patios escolares, como el bullying, que acaba destruyendo la autoestima y seguridad del niño y es excelente también que se hable de consecuencias de actos indebidos, pero sobre todo, que se hable de la dignidad de la persona. Petra Llamas 


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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 16 de diciembre del 2011. 

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