Educación sin ideales





“¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?” T.S. Eliot

Nunca se había esperado tanto de la educación como ahora y, paradójicamente, nunca se ha denostado tanto el papel de la escuela, de los maestros y del sistema educativo completo.

Todo el mundo opina sobre

la importancia de la educación, pero la realidad es que pocos conocen cuáles son sus fines.  

Según, Alfred North Whitehead: “La finalidad de la educación es infundir sabiduría, la cual consiste en saber usar bien nuestros conocimientos y habilidades. Tener sabiduría es tener cultura y la cultura es la actividad del pensamiento que nos permite estar abiertos a la belleza y a los sentimientos humanitarios.”


Este filósofo inglés, en su obra: “Los fines de la educación”, alerta sobre el sentido práctico que últimamente se le está dando a la educación, al querer convertirla en actividad que únicamente hace competentes a los estudiantes para la vida laboral; al mismo tiempo revive la vieja polémica de si el fin último de la educación es instruir o educar. 


Este afán de reducirla a su mínima expresión y darle un carácter utilitario, es el que está acabando con los ideales educativos que tenía la escuela en la antigüedad, según Whitehead


Por otro lado, los organismos internacionales han establecido una serie de indicadores con los que miden la calidad de la educación, indicadores que hablan de cobertura, equidad, eficiencia terminal, deserción, capacitación docente, uso de las TIC´s o infraestructura; por lo que pareciera que la tarea consiste en cumplir con ellos, reduciendo la calidad al logro de los mismos, sin que ninguno de ellos haga referencia directa a cómo lograr una formación integral.

La educación se está quedando sin ideales y empieza a asumir el papel de proveedor de recursos humanos, acorde a las necesidades que marca el sector productivo, que no es que esté mal, lo malo es que su función se reduce a un utilitarismo, que en nada refleja lo que debe ser la educación.

Estamos asistiendo a una época de progreso, de grandes avances tecnológicos y un cúmulo de información a la que tenemos acceso sin ningún problema, pero no hemos podido lograr que se reviertan las enormes brechas y desigualdades sociales, además de todos los conflictos, violencia, el crimen organizado, el avance de las adicciones, la desintegración familiar y muchas otras problemáticas que son consecuencia de las anteriores. 

A este respecto algunos autores señalan que justamente el progreso material suele traer aparejada una degradación moral, por lo que a la educación no le queda más remedio que recuperar su función de refuerzo de la familia en la formación de conciencias y de personas sabias, además de instructora de competencias y proveedora de personal para las empresas. 

"No es una mente, ni tampoco un cuerpo lo que educamos, es un hombre, así que no debemos hacer dos partes de él" Michel de Montaigne. 

Las escuelas tendrían que ser centros donde se garantice la integridad física y emocional de los niños, dónde estos aprendan normas de convivencia y respeto a los demás y donde además estudien, aprendan y adquieran buenos hábitos. 

La escuela no puede estar supeditada a los gustos de los alumnos, ni facilitárselo todo en aras de una pedagogía lúdica y permisiva, volviéndolos indolentes, caprichosos y faltos de voluntad.

A la escuela le corresponde saber armonizar la exigencia con la motivación y el cariño, y su objetivo debe ser formar al niño para que se convierta en un adulto responsable, bueno y bien preparado. 

Si la escuela que, según los agoreros, está condenada a desaparecer tiene como único fin la instrucción, es lógico que pierda su importancia, ya que ese papel lo puede adoptar cualquiera, pero si su función también es la de formar, permanecerá en el tiempo, porque nada la puede suplir, exceptuando a la familia.

Todo sistema educativo necesita una base filosófica, pedagógica y humanista y un deber ser superior al que aspirar, además de claridad en el tipo de sociedad que se quiere construir y la clase de persona que se debe formar; necesita asimismo tener maestros cultos y con calidad académica y humana, con un gran sentido del deber y que sean un ejemplo para sus alumnos. 

También necesita un cuerpo directivo eficiente y con formación ética. Es imprescindible, además, que cuente con el apoyo de familias comprometidas con la educación de sus hijos y que se conviertan en aliados de los profesores. Faltan también programas académicos que formen integralmente y escuelas dignas y bien equipadas.


Seguramente podría seguir enumerando una serie de necesidades que a todas luces parecerán ideales, pero eso es precisamente lo que está necesitando la educación. Ya hay demasiado sentido práctico en ella, ahora es tiempo de darle un sentido más completo y trascendental

Fernando Savater dice: 

Un proceso de enseñanza nunca es una mera transmisión de conocimientos o destrezas prácticas, sino que se acompaña de un ideal de vida y de un proyecto de sociedad”. Petra Llamas 

Twiter@PetraLlamas

Correo: petrallamasgarcia@gmail.com

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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 18 de enero del 2013. 




5 Comentarios

  1. ESTE ARTICULO ES EXCELENTE, MUCHAS FELICIDADES MAESTRA

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  2. Es muy necesario que se escriban estas cosas, me gusto mucho.

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  3. Gracias por el documento.Muy oportuno. ¿Podrías profundizar un poco sobre valores a promover en la ESCUELA, en la FAMILIA, y en la CONVIVENCIA SOCIAL?

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    1. Muchas gracias por leer mi artículo y gracias también por su sugerencia, la tendré presente. Saludos cordiales

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