Las habilidades blandas ¿formación, moda o necesidad empresarial o educación integral?

 




Se dice que las nuevas generaciones serán difíciles de gobernar. Así lo esperoAuguste Chartier (periodista y profesor francés)

Hace algún tiempo me contaron el caso de un joven que fue a pedir trabajo porque cumplía con todos los requisitos del puesto que ofrecía una empresa. Le avisaron que había sido aceptado y le hicieron una oferta salarial. El sueldo estaba muy por debajo de su cualificación y de la responsabilidad que implicaba el puesto, por lo que el joven declinó el trabajo.  

Como la empresa no podía perder a alguien tan preparado, lo llamaron para saber por qué no lo aceptó (supongo que el bajo sueldo no les parecía suficiente). La respuesta del joven los dejó sorprendidos. Les dijo: “Si me ofrecen un puesto y no soy capaz de gestionar un salario justo para mí ¿Cómo podría hacer gestiones para la empresa? El Director General lo contrató inmediatamente y con un sueldo competitivo en el que ambos, empresa y empleado, se sintieron satisfechos.

Este joven no tuvo ningún curso de “Habilidades blandas”, pero seguramente tuvo una familia que le exigió de acuerdo a su capacidad y una educación extraordinaria donde, al mismo tiempo que aprendía “habilidades duras”, también desarrolló las “blandas”. Donde sus capacidades, contexto, situaciones positivas y negativas vividas, un sinfín de entrevistas fallidas y demás experiencias, lo prepararon para una gestión tan exitosa.

El término de “Habilidades blandas” no es algo nuevo, se acuñó en un manual de 1972 para entrenar soldados del ejército de USA. Desde entonces se han desarrollado muchas definiciones y clasificaciones, pero, en general, se puede decir que son una serie de características que les servirán para interactuar con los demás sin problema y en diferentes circunstancias, además de lograr el autodominio. Los expertos, por su parte, las clasifican en tres rubros, interpersonales, profesionales y sociales.

No obstante, los alumnos no son soldados, así que para poder “entrenarlos” hay que tener en cuenta su personalidad, su carácter, la experiencia de vida, su contexto y hasta sus aptitudes. Todo ello influye a la hora de reaccionar o de actuar de una u otra forma. Sabemos también que hay habilidades que se adquieren desde niños en la familia y hay otras en las que tal vez puedan ser “adiestrados” en la escuela o en la empresa. Por eso es tan importante definir cuáles y por qué, para no entrar en terrenos personales.

No me opongo a que se enseñen las “habilidades blandas”, pero opino que, si no queda claro el objetivo, las instituciones educativas dejarán de hacer aquello para lo que fueron creadas y acabarán realizando una formación que le corresponde a la familia, a la empresa e inclusive a la sociedad (donde incluyo a los medios que emiten mensajes en los que se puede lograr todo sin esfuerzo o con violencia).  Además, tal como se plantean hoy día, pareciera que se quiere dividir la educación en dos: la enseñanza de “habilidades duras” y la de las “blandas”, como si al aprender unas no se pudieran aprender las otras. Es lo mismo que separar la parte psíquica de la física en las personas y pretender formarlas por separado.  

Adicionalmente, hay que tener presente que estamos viviendo una gran crisis educativa, donde a los estudiantes no se les exige demasiado, no se les proporcionan contenidos, donde sus caprichos se confunden con necesidades y donde tampoco se les ayuda a vivir las consecuencias.  Los maestros saben que la mayor parte de estas competencias están relacionadas con el esfuerzo, el ejercicio de la fuerza de voluntad, la laboriosidad, la perseverancia, el trabajo responsable en equipo (donde no trabaje uno solo de los integrantes), y toda una serie de valores que ahora se rechazan tildándolos de obsoletos, retrógrados y antipedagógicos.

Hoy queremos que los alumnos se diviertan en los diferentes niveles educativos, incluida la universidad, pero al mismo tiempo pretendemos que logren ciertas habilidades, porque los empresarios se quejan, y con toda razón, que los jóvenes no salen bien preparados, no quieren esforzarse, se dan por vencidos con facilidad, pierden el control, no saben trabajar en equipo y mucho menos pueden gestionar sus berrinches, ya que nunca sufrieron las consecuencias de su conducta infantil y como colofón declaran que, por todo lo anterior, hay mucha rotación.

¿Qué esperaban todos, sociedad, maestros, padres de familia o empresarios, con esta educación permisiva, lúdica y vacía de contenidos? ¿Esperaban acaso egresados fuertes, resilientes, gestionadores, asertivos y con un sinfín de hábitos y valores? Es como esperar que un atleta olímpico gane medallas sin entrenar. Por otro lado, tampoco pueden esperar que se dejen adiestrar en “habilidades blandas” cuando no quieren hacerlo en las “habilidades duras”, que son las que les darán el trabajo.

Sólo espero que no estemos ante una moda o una exigencia empresarial para tener empleados dóciles y con comportamiento estandarizado. Espero firmemente que las instituciones educativas, siguiendo las recomendaciones de los diferentes sectores de la sociedad, puedan desarrollar un currículum que conjunte de maneral natural ambas habilidades, y sobre todo que busque la formación integral de los alumnos, porque el hecho de que nuestros estudiantes no tengan las competencias que precisa la empresa o la sociedad, es sólo síntoma del verdadero problema, la deficiente educación que se está ofreciendo.

Decía Kant:La educación es el desarrollo del hombre en toda la perfección de que su naturaleza es capaz”.


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Publicado en LJA.MX el 11 de febrero del 2022






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