Estrategias para abatir la deserción




“No me gusta la carrera porque no es lo que yo esperaba”; “ni con la beca me alcanza y no puedo trabajar si sigo estudiando”; “estoy aquí mientras me dan lugar en la otra universidad”; “me aburro”; “me urge ganar dinero; ”tengo amigos que no han estudiado y les va mejor”; “estoy embarazada”; “mi novio no me deja estudiar”.

Éstas y otras muchas razones son una constante entre los jóvenes universitarios que abandonan los estudios y se quedan definitivamente fuera del sistema educativo. 


Abatir los altos índices de deserción es un compromiso que deben asumir todos los involucrados en el hecho educativo; aunque detectar a tiempo al alumno vulnerable, en lo económico, en lo psicológico, emocional y en lo educativo, es una tarea que en primera instancia debe realizar el profesor- tutor de cada centro. 

El programa institucional de tutorías con el que cuentan las instituciones públicas del país, establece una serie de estrategias que, de manera sistemática, apoyan y dan seguimiento a su trayectoria estudiantil

Los alumnos no pueden sentirse solos frente a problemas que posiblemente tengan solución, si saben cómo pedir ayuda a tiempo. 

Existen muchos factores por los que el joven deserta antes de concluir sus estudios y el problema es mucho más grave en los primeros semestres de la licenciatura:

El factor económico es el que tiene mayor incidencia en el abandono escolar y desgraciadamente una beca, de las muchas que se ofrecen, no siempre puede evitar que se vayan, ya que tienen que trabajar para mantener una familia por la ausencia del padre o porque ellos mismos ya tienen su propia familia. En estos casos, es muy importante la participación del sector empresarial y de la sociedad en general.

El factor emocional está ganándole terreno ya que cada vez hay más jóvenes que viven en hogares con violencia y desintegración familiar; con problemas de pandillerismo y drogadicción o embarazos no deseados; eso sin contar con la baja autoestima y seguridad que todo ello les acarrea. 

Será también labor del docente-tutor ganarse la confianza de estos alumnos, guiarlos y acompañarlos, para que logren la estabilidad necesaria que les permitirá egresar con éxito. Es muy difícil concentrarse en el estudio cuando todo lo demás se desmorona a su alrededor.

El factor académico es el que mejor puede controlar la Institución. La queja constante es que cada vez llegan peor preparados del bachillerato, sin las herramientas básicas de lectura y pensamiento lógico-matemático. Sin embargo, lamentarse de su poca preparación no resolverá el problema y reprobarlos para dejarlos fuera de la universidad, tampoco. 

Aquí el profesor debe ser muy convincente y motivador para que el alumno acepte clases fuera del horario regular, que le proporcionen las competencias indispensables para abordar sin problemas su carrera universitaria. Por cada alumno, que el tutor rescata con trabajo y estudio, hay un joven que se aleja del fracaso y de un entorno nada propicio para su desarrollo. Creo que con ese objetivo en mente, es más fácil actuar.

Otro factor que abona el terreno de la deserción universitaria es la poca información que el alumno de preparatoria tiene sobre su vocación y el mundo del trabajo y no saben si eligieron bien la carrera que querían estudiar. 

No obstante, no se puede perder de vista que, antes que profesionales, hay que formar personas fuertes y equilibradas, que sepan resolver primero sus propios problemas y después enfrenten los estudios, con seguridad y autoestima, para que no sea el fracaso lo primero que vean de un futuro que, si desertan, nunca tendrían. 

Decía San Francisco de Asís: “Empieza por hacer lo necesario, luego haz lo posible y de pronto estarás logrando lo imposible”. Petra Llamas García. 


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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 10 de junio del 2011




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