"Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad" Karl A. Menninger
Cuentan que varios ancianos se reunieron alrededor de una manzana podrida para evaluar si podría ser aprovechada. Todos acordaron que era imposible puesto que la descomposición estaba muy avanzada y lo único que podrían hacer era arrojarla a la basura.
Sin embargo, solicitaron el consejo de
otro sabio anciano con
la finalidad de agotar todas las posibilidades. El hombre aplastó la manzana
podrida con la mano y coincidió con sus colegas en que la manzana no podía ser aprovechada,
pero mostró a los demás que las semillas estaban en buenas
condiciones y si se plantaban crecerían nuevos árboles con frutas sanas y sabrosas.
Me gusta mucho
la metáfora de
la manzana podrida,
porque representa de algún modo a la sociedad
actual, violenta, hedonista, con enormes brechas sociales y llena de injusticias.
Una sociedad podrida que pareciera no tener remedio, pero que, a pesar de todo, cuenta
con niños y jóvenes como semillas de
las que pueden surgir esas personas buenas
que construirán un mundo más justo y equilibrado.
Mencionar que los niños son el futuro y la esperanza
del mundo se ha convertido en un tópico que aparece de manera
constante en discursos, pero olvidamos que es en el presente cuando se
construye el futuro y este presente
se está construyendo con demasiada
violencia y muerte, en un contexto nada propicio para un porvenir
que debiera ser promisorio.
Hace tiempo apareció
en grandes titulares que el crimen
organizado estaba reclutando a niños de la calle, entre 12 y 16 años,
preparándolos para actividades delictivas. Fue una noticia que circuló por múltiples
medios de comunicación, permaneció
en medios y redes sociales por un
tiempo, pero después se apagó sin que se volviera a tocar el tema nunca más.
Una sociedad no puede permanecer impávida ante estos acontecimientos,
puesto que son niños los que están
siendo destruidos y con ellos ese
“futuro” que con tanto afán se repite una y otra vez en arengas políticas.
En el artículo 9º de la Declaración de los Derechos del Niño se
dice:
“El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono,
crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No
deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún
caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo
alguno que pueda perjudicar su salud o educación o impedir su desarrollo
físico, mental o moral”.
Sabemos que es en
la familia donde los
niños aprenden a ser queridos y
respetados, aprenden los valores y
costumbres de sus antepasados y aprenden también a socializar, son aprendizajes que se dan básicamente por
imitación, es por ello que los padres están obligados a ser siempre un modelo
positivo para sus hijos.
La escuela es otro espacio importante donde
el niño socializa y se
desarrolla de manera integral, por lo menos en teoría y, en muchos casos, está
supliendo el papel de los padres en
ausencia de los mismos. Es el lugar donde aprende el valor
del respeto, del trabajo y de la solidaridad y los maestros también están obligados convertirse en modelos positivos a imitar.
Vivir en sociedad supone saber convivir,
dialogar, evitar la violencia, gestionar los conflictos de una manera pacífica y
respetar las normas. Todo eso se aprende en la familia y posteriormente en la escuela,
aunque ahora también se incorporan a esa “aldea educadora” los medios y las redes sociales,
donde, lamentablemente, no existen demasiados modelos positivos para admirar e imitar.
Si el futuro de la sociedad está
en nuestros niños, no bastará con los discursos o las buenas intenciones,
ya que todos los que influyen
directa o indirectamente en la educación
tendrán que asumir su papel y
desempeñarlo de la mejor manera:
- · Los padres de familia deberán educar con responsabilidad y firmeza, ser un ejemplo y colaborar incondicionalmente con la escuela de sus hijos.
- · La escuela por su parte, tiene que formar personas con calidad moral y excelencia académica y sus maestros también deben ser un buen ejemplo.
- · Los medios de comunicación, esos grandes “educadores” de masas, tienen que revisar sus contenidos y colaborar en la construcción de una sociedad con valores.
- · El gobierno deberá proporcionar las condiciones para que los espacios educativos sean seguros y libres de violencia y con una educación de calidad.
· La sociedad en su conjunto debe convertirse en una
gran aula que eduque y proteja estas “semillas”, un lugar seguro donde se
desarrollen personas buenas. Según un proverbio africano: “Para educar a un niño hace falta una aldea”
Si el niño necesita
de la “aldea” para ser educado,
esa “aldea” debe obrar en consecuencia. Proteger
y cuidar a los niños con amor, atención y respeto, provocará que ellos, en
reciprocidad, nos devuelvan un mundo
mejor. Sólo así podremos mencionar que los niños son las semillas de esa
manzana podrida que es la sociedad actual, sólo así podremos visualizarlos como ese futuro que nos devuelva la esperanza de un mundo mejor.
“El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde” Gabriela
Mistral
Petra Llamas
Twitter: @PetraLlamas
Correo:petrallamasgarcia@gmail.com
Youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas/videos
Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 4 de noviembre del 2011.
2 Comentarios
Sin duda el futuro de cualquier sociedad está en su infancia y en el aprendizaje por descubrimiento guiado
ResponderEliminarGracias por su comentario, Victoriano. Saludos
EliminarGracias por tus comentarios