“Un
buen profesor trabaja para la
eternidad, nunca sabrá hasta dónde llegará su influencia” Henry
Brooks Adams
Técnicamente, un maestro es aquel que ha estudiado en escuelas formadoras de docentes y da clases
en los niveles de educación básica,
aunque en la actualidad también engloba a profesionales
que descubrieron el maravilloso mundo de la educación y decidieron dedicar su vida a ella, en este último caso
suelen ser maestros de educación media y
superior.
La historia nos ha dejado el legado de grandes maestros que sentaron las bases para los que hoy ejercen esta
profesión. Haciendo un breve repaso sobre los que yo considero
más destacados, iniciaré con los griegos en la Edad Antigua, y aquí aparece Sócrates
y su famoso método que, a través de cuestionamientos,
lleva a los alumnos a la investigación de la verdad. Un método que desarrolla el pensamiento
crítico y que no se queda en un conocimiento superficial recibido pasivamente
de su maestro. Entre los romanos merece la pena destacar a Quintiliano que nos dejó, “Instituciones oratorias”, el primer manual para formar maestros.
Entre los siglos XV-XVI podemos destacar la
figura de, Luis Vives, quien, desde
su “Tratado de la enseñanza”, nos aporta
una gran sabiduría pedagógica que
convendría desempolvar, para que los
pedagogos e investigadores actuales se den cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol y lo que hoy se
proclama como innovación educativa,
ya lo había escrito Luis vives.
Recomiendo ampliamente su lectura.
Por su parte, el
sacerdote holandés, Erasmo de Rotterdam,
filósofo y teólogo también del siglo XV-XVI se destaca por proponer una
enseñanza de “Mano de hierro con guante de seda”. Vale la pena leer, “Sobre el método de estudio”.
Posteriormente, en
el siglo XVII aparece, Juan Amos Comenio, quien nos dejó su “Didáctica Magna” como primera obra
sobre metodología educativa. Los principios
de Comenio fueron la “enseñanza
viva, gradual, la imitación y la ejercitación”.
Pasando al siglo XIX hay que mencionar que la
primera Escuela Normal de Maestros se
funda en Francia. Aquí se formaban maestros teniendo como base las
pedagogías de Rousseau, Pestalozzi, Dewey y Montessori,
entre otros. Todos estos ideólogos
formaban parte de la renovación
pedagógica que se oponía a la enseñanza
tradicional centrada en el autoritarismo
del maestro, la memorización y ser competitivos
(ya desde entonces tenían los mismos postulados
que ahora se anuncian como innovadores)
El siglo XX nos traerá el concepto de pedagogía como ciencia. Aquí encontramos
nombres tan conocidos como Vigotsky
(psicólogo), Freinet (maestro y
pedagogo), Piaget (psicólogo), Makarenko (pedagogo), Decroly (psicólogo y médico) o Skinner (psicólogo). Sólo dos de los
mencionados eran pedagogos.
En el siglo XXI parece que regresamos a las mismas teorías y los mismos psicólogos y pedagogos del siglo XIX o XX,
sin demasiadas aportaciones significativas
y lo que es peor, sin nada nuevo en la educación,
salvo lo que se está investigando
sobre la neurociencia.
Hoy, en pleno siglo XXI,
se levantan voces diciendo que el papel del maestro debe cambiar y dar paso a la tecnología, que sabe más que ellos.
Afirman, sin el menor recato, que con internet
el alumno aprende mucho más, por lo
que pretenden reducir el papel del
docente al de un “coach”, una
especie de motivador, un guía que acompañe al alumno en su autoaprendizaje frente a una computadora.
Lo peor de este enfoque es que los maestros se tragaron esa píldora y ellos mismos son los encargados de difundir su nuevo papel a los cuatro vientos, sin visualizar que se están haciendo harakiri, devaluando su profesión. Yo no creo que el maestro deba quedarse en ese papel de “coach”, porque en la clase frente a grupo da mucho más que conocimiento o guía.
El papel de la tecnología e internet no se contrapone al del maestro, al contrario, se complementan, aunque yo aclararía que se puede prescindir de las tecnologías, pero no de los maestros y la prueba la tuvimos durante la pandemia. Los padres se desesperaban con sus hijos y se dieron cuenta de que con el internet y Google no era suficiente para que aprendieran. Fue justamente en ese período de confinamiento cuando la labor docente se valoró como nunca. Las TIC´s son un gran apoyo para maestros y alumnos, pero hace falta ese líder que ahora pretenden que se convierta en “coach”.
No podemos negar que en cuestión de datos, internet los tiene todos y tal vez en ese rubro no necesiten un maestro que se los proporcione, pero cuando de procesar la información se trata, el maestro es imprescindible. Google no es capaz de inferir el sentido de un texto, de resumir las ideas principales, tampoco podrá llegar a la analogía, la argumentación, la paráfrasis o encontrarle el significado de un poema. Éstas y muchas otras cuestiones más no las podrán encontrar en Google.
¿Para qué sirve un maestro en la era digital?
Para reorganizar la información y que la puedan procesar, para motivar a sus alumnos, enseñarles a ser constantes, disciplinados, sistemáticos, para ayudarlos a desarrollar el pensamiento crítico o el lógico-matemático, para indicarles que hay ciertas conductas que lesionan la dignidad de sus compañeros, para ayudarlos a ser mejores personas y a construir ciudadanía, entre otras muchas que no podrá darles internet.
Dice un proverbio japonés: “Mejor de mil días de estudio diligente es un día con un gran maestro.
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Publicado en LJA el 19 de noviembre del 2021
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