“Es la marca de una mente
educada poder entretener un pensamiento sin aceptarlo” Aristóteles
Nos guste o no, nadie puede
negar que la serie coreana, “El juego
del calamar”, se ha convertido en un apabullante éxito, a pesar de la violencia, crueldad, sadismo y amoralidad que refleja. Lo original no
es eso, porque esas mismas características
ya las tienen otras series, películas
y hasta los mismos noticieros de TV,
lo malo es la asociación de todo lo negativo
con juegos infantiles. Esta perversidad ha sido la que amplió el universo de espectadores al grupo de menores, provocando que educadores y padres de familia pongan el grito en el cielo y con toda razón, ya
que los niños están imitando dichos juegos, castigando a los perdedores
con una “muerte” o “ejecución” simbólica. De nada han servido las prohibiciones, porque los menores encuentran la forma de eludirlas
y la están viendo.
El
argumento de esta exitosa serie es simple, un grupo de hombres y mujeres con poco que perder en su vida privada, son invitados a participar en una competencia en el que un único ganador se llevará una gran suma de dinero. Pronto nos daremos cuenta de
que las competencias están basadas
en juegos infantiles y que el castigo para los perdedores será la muerte.
Se
dice que tiene una cuidada estética,
difiero de eso, pero lo que sí tiene son muchos golpes de efecto, como el vestuario de los guardias que vigilan y matan a los perdedores, que
nos recuerda un poco al de “La casa de
papel”; o el laberinto de escaleras por el que desfilan los
participantes que claramente está inspirado en las obras surrealistas del Escher, el pintor holandés de las
ilusiones ópticas.
No
obstante, el momento más impactante
es el juego de “Luz verde, luz roja”, con su enorme muñeca provista de sensores
que vigila que nadie se mueva, so
pena de morir de un disparo. La masacre de ese primer juego y la
posterior votación para salir de la competencia
son lo que motivan al espectador a
ver la serie completa. El resto de los capítulos
estarán manchados de matanzas explícitas que, si bien nos impactarán,
ya no tendrán el mismo resultado que el del primer juego. Posteriormente veremos escenas cliché, donde los súper
ricos, ataviados con máscaras
espectaculares, apostarán y disfrutarán de las competencias y muerte de los “pobres y desgraciados”.
Sin embargo, al haber sido
tan exitosa esta serie, es
importante prestarle atención y convertirla
en un producto propicio para el análisis en centros educativos de todos los niveles, incluida la primaria, ya que prohibirla a los menores
de 16 años no ha dado resultando. Muchos no la podrán ver en casa, pero lo
están haciendo en diferentes lugares, incluido su celular. De lo que se trata ahora es de neutralizar su influencia y evitar que, cuando aparezcan productos similares, vuelvan a convertirse en espectadores pasivos y aborregados, que se tragan sin filtro todo
lo que los medios y redes les
quieran ofrecer y que puedan enfrentarlos
con el tamiz de un criterio bien formado.
Sé que puede sonar a ciencia ficción esta propuesta, pero
estoy convencida de que es el mejor método para poner un cedazo en el cerebro de nuestros jóvenes.
Claro está que la primera actividad para desarrollar el pensamiento crítico siempre será la de saber leer bien, entendiendo
lo que se lee y ayudarlos a que las lecturas
tengan las cualidades necesarias
para que su cerebro se desarrolle
también de una manera sana.
“La educación
es una tarea lenta y progresiva que requiere no sólo de información sino de formación. La información es
conocimiento, sin embargo, la formación es criterio
y mejora la personalidad” Enrique
Rojas
Algunos comentaristas tratar de catalogarla de crítica social o de película de denuncia a una sociedad capitalista. Yo en lo personal no le encuentro aspectos positivos, ni le veo un objetivo claro a toda la violencia sin sentido
con la que se explayan, para mí no existe ninguna justificación. La verdad es que se trata de un producto de consumo exitoso,
con los ingredientes que sabían que les
daría esa popularidad rápidamente, es
decir, violencia explícita y sexo ídem,
aunque de este último, afortunadamente, hay poco.
Buscarle justificación a esta serie coreana,
sería como reconocer que el fin
justifica los medios. Sería tanto como aceptar que el ser humano no tiene dignidad por el solo hecho de ser pobre, tener vicios, deudas o vivir en condición de calle. Sería aceptar que
la vida humana no tiene ningún valor
si se trata de la escoria de la
sociedad. Sería banalizar el acto de matar o la muerte misma y lo peor de todo es la confusión moral que provoca mezclar un juego de niños con violencia,
muerte y el nulo respeto a la dignidad de las personas.
No, no recomiendo que pierdan el tiempo con estos nueve capítulos, pero sí sería bueno que los maestros y padres de familia
se prepararan y prepararan a los niños
y jóvenes para saber gestionar lo que leen, lo que ven y lo
que escuchan. Me gusta la frase de Laureano Gómez (Ex presidente colombiano) cuando dice:
“La dignidad de una
generación consiste en emplear su
propio criterio para discernimiento de lo heredado, defendiendo, impulsando, mejorando
todos lo sensato y sabio y disminuyendo, en lo posible, lo torcido y lo maligno".
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Publicado en LJA el 29 de octubre del 2021
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