Los casos de bullying van en aumento. De nada han servido los buzones de denuncias anónimas, ni los dramáticos casos de los que cada día nos informan los medios de comunicación, ni las grandilocuentes palabras de autoridades educativas que lo denuncian, prometiendo ahora sí acabar con él, mientras le encargan a los expertos un proyecto de intervención para erradicarlo de los centros educativos. Este fenómeno va en aumento, igual que las víctimas, pero nadie parece haber encontrado la solución adecuada.“Las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo, terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista ”Mahatma Gandhi
Es cierto que la solución no es
fácil, ya que en el acoso
escolar existen muchos factores a los que hay que atender al mismo
tiempo: a la víctima, al victimario, a las familias de ambos; a los testigos
mudos y cobardes (maestros, autoridades y compañeros) a sus familias; a la sociedad que sólo se compadece en comentarios sociales,
mientras permanece ajena al asunto; pero sobre todo a los medios de comunicación y su
constante apología de la violencia en
todas sus manifestaciones. De manera que cuando el prometido proyecto de
intervención los incluya a todos, podremos hablar de que el bullying está en vías de
desaparecer.
Por lo pronto, lo que sí se está trabajando en algunas escuelas es el
desarrollo de la empatía como
una manera de neutralizar la violencia escolar. Considero que es
una buena medida porque en la sociedad
actual empieza a ser una constante el aislamiento, el individualismo y el egoísmo. La empatía bien enfocada y guiada,
convierte a las personas en seres más bondadosos y altruistas.
La empatía, del griego “empatheia” que
significa “estar dentro” y que, según la Real Academia Española (RAE), es “La identificación mental y
afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro”Esta definición, tan simple y a la vez tan completa, engloba una habilidad básica para la comunicación interpersonal, ya que a través de ella entendemos primero las emociones y sentimientos propios y después las necesidades y sentimientos de los demás. Esa sintonización con el otro nos permite ponernos en sus zapatos, comprenderlo y aceptarlo.
“Lo menos que podemos hacer, en servicio de algo, es comprenderlo”. José Ortega y Gasset
Hay personas que parecen haber nacido con esa habilidad y se les da de una manera natural. Son capaces de adivinar lo que está sintiendo el otro, sea bueno o malo, y actúan en consecuencia. Son generosos, de buenos sentimientos y piensan en los demás antes que en sí mismos. No obstante, aunque no todos nacen con empatía, se puede ir desarrollando y el mejor lugar para ello es el hogar y después la escuela.
Es en la familia donde
el niño aprende a ser
bueno y tratar con amabilidad y respeto a los demás, aunque
desgraciadamente también es en la familia donde aprende a ser acosador o acosado.
Ambas conductas, bullying y empatía, se aprenden en casa; así que
si se quiere erradicar el bullying hay
que echarle una ojeada a la familia;
y si queremos que el niño se
vuelva más sensible al dolor ajeno e incapaz de hacerle daño a otros, también
tenemos que acudir a la familia.
La escuela hará su parte,
pero sin el apoyo de la familia, el trabajo no tendrá los mismos resultados.Desarrollar la empatía en la escuela, requerirá necesariamente que el maestro también la haya desarrollado.
Hay maestros, a los que sus alumnos acosados acuden para pedirles su
ayuda y los ignoran argumentando que es un juego y que tienen que
aprender a defenderse; hay otros que van más allá y no sólo no combaten
el acoso, sino que lo promueven
haciéndoles bullying ellos
mismos. En cambio hay una clase de maestros que
siempre están pendientes de los alumnos e intervienen ante la más mínima señal
de abuso, sea en clase o en cualquier otra área de la escuela o fuera de ella.
Ejercitar la empatía supone aprender a analizarse a sí mismos y en esa introspección, conocerse a profundidad para después observar,
escuchar y entender a los demás.
“Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación” Proverbio árabe.
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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 30 de mayo del 2014.
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