“Es la educación como un proceso de
reproducción, innovación, aplicación y creación en los campos científico, tecnológico y cultural,
fundamentado en la síntesis de los mejores aportes de la herencia histórica nacional y universal”. Centro de Investigación y
Servicios Educativos (CISE)
Una maestra
se preguntaba cómo era posible que Rousseau,
quien no quiso educar a sus propios hijos,
pudiera hacer un tratado (El Emilio)
sobre la forma correcta de hacerlo. Otro maestro
intervino en el diálogo para defender a Rousseau
diciendo que podía decir cómo educar
a los hijos porque él había sido hijo. Algo así ocurre hoy día, todos
parecen saber y opinar de educación
porque alguna vez fueron alumnos.
Los expertos,
que se han dedicado a hacer estudios
y meta estudios, expresan opiniones y sugerencias de cambios en contenido y metodologías, alegando que lo actual es demasiado tradicional, que el siglo XXI exige una escuela y maestros diferentes. Normalmente sólo dicen en qué, pero nunca cómo
y tampoco dejan muy en claro a qué nivel se están refiriendo, englobando en
estas críticas a la educación básica,
media y superior y ocasionando un grave desconcierto a maestros, alumnos y padres de familia.
En educación,
cada nivel tiene su propio tratamiento y también un método diferente de intervención, por tanto no se puede generalizar. Tampoco es lo mismo dar clases a un grupo de 10 a 15 estudiantes que a un grupo de 40 a 60.
Lo que en didáctica funciona para
pocos, no funciona para muchos.
Los maestros
saben esto y saben también que en grupos
pequeños la atención personalizada
da buenos resultados, sin que el control de grupo sea problema, mientras
que en el numeroso el control tiene un factor determinante
para que los aprendizajes se den de
manera correcta. Sugerir cambios y generalizar con temas que se
desconocen a profundidad siempre ha sido muy peligroso, pero cada vez se da con mayor frecuencia.
Lo peligroso
está en que muchos de los expertos no
son maestros y lo que es peor, jamás
han dado clases en ninguno de los niveles educativos o tan sólo lo han
hecho en el nivel superior. Tal vez
sea por eso que pretenden hacer pasar por innovadoras
las ideas del siglo XIX o importar otras metodologías
de países con contextos muy diferentes al propio. Es como si fueran los portavoces de los intereses políticos y económicos de grandes organizaciones. Están convirtiendo la educación en un bien meramente económico.
Han decretado que la educación actual es tradicional,
estigmatizando el término y vinculándolo
al terror, el estrés y el aprendizaje memorístico. Además le están dando al conocimiento el tratamiento de obsoleto y retrógrado. Proponen eliminar saberes
que no tienen aplicación práctica, declaran
que los niños se aburren y por si no fuera suficiente están
desvinculando el conocimiento de las
emociones, de la innovación y por supuesto de la felicidad.
Todos saben que existen contenidos que están vigentes
hoy día y que sientan las bases de otros que aprenderán posteriormente y hay muchos
saberes sin aplicación práctica que cultivan el espíritu. Es muy grave que disminuyan temas del currículum escolar
y aumentan las actividades lúdicas, perpetuando la etapa de operaciones concretas de Piaget y
convirtiendo la educación en un kínder que abarca todos los niveles educativos, incluyendo la universidad.
No es justo para los escolares y sus familias
hacerles creer que si alguien no los entretiene o motiva, no pueden aprender.
No es justo que los expertos
declaren que la escuela debe hacer felices a los niños. La escuela no es
un circo ni tampoco un consultorio psicológico. La escuela
transmite saberes y cultura y favorece la socialización y, a riesgo de parecer idealista, diría que el conocimiento conlleva la motivación en sí misma, provoca emociones, es innovador y da felicidad.
Aunque el tema de la felicidad, como
otros que pretenden que la escuela imparta, es responsabilidad de los padres.
Es importante señalarles que la escuela, como las demás instituciones educativas, debe estar vinculada
con la sociedad y en la vida real
nadie vive en una eterna diversión,
todos tienen que someterse a responsabilidades,
horarios y reglas que, aunque no gusten, deben ser acatadas. En el mundo real hay momentos de diversión y hay otros en los que se necesita concentración, disciplina, esfuerzo y también una buena dosis de monotonía. No se puede crear una realidad para cada estudiante,
el estudiante tiene que adaptarse a
la realidad.
Los maestros
son los únicos que saben lo que tienen que hacer, porque para eso fueron formados y sólo ellos viven situaciones
con los alumnos, padres de familia y directivos, que les
permitirían realizar propuestas de mejora,
pero pocas veces se les consulta, únicamente se les indica que deben cambiar su
metodología y ahora también el contenido de los aprendizajes curriculares.
Los cambios
en educación siempre serán necesarios
y bienvenidos, pero deben ser los maestros quienes los propongan, ellos son los auténticos expertos en el tema. Es tiempo de
escuchar a los educadores y tiempo
de dejarlos trabajar sin tantas interferencias.
Es tiempo también de devolverles a los padres
la educación de sus hijos y que vean al maestro como el especialista que colaborará con ellos y no como su niñero.
“El aprendizaje
ocurre cuando alguien quiere aprender.
No cuando alguien quiere enseñar”. Roger Schank (Petra Llamas)
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Publicado en La Jornada de aguascalientes el 06 de marzo del 2020
2 Comentarios
Buenas tardes, es una escrito cesgado, el maestro es pedagogo, no profesional de las Ciencias de la Educación que estudia el fenómeno educativo, desde las diferentes ciencias, el maestro de ocupa del proceso interno, el educador del proceso externo y sistémico, se debe respetar con ética el deber ser, más entre educadores.
ResponderEliminarEl maestro ha sido formado en todas las teorías habidas y por haber y sigue teniendo un bombardeo permanente sobre nuevos estudios durante su vida profesional, pero él es el único que lidia con alumnos y sabe qué es lo mejor para ellos. Hay que preguntarle más.
EliminarGracias por tus comentarios