“La tecnología es sólo una herramienta. Para conseguir que los niños trabajen juntos y motivarlos, el profesor es lo más importante” Bill Gates
Cuando era niña tenía muy claro que no quería reprobar ninguna materia,
porque eso significaba pasar el verano
haciendo miles de tareas, mientras mis
compañeros se iban de vacaciones,
libres y sin nada que hacer. Era sumamente pesado
tener que estudiar de nuevo las
materias reprobadas y posteriormente presentar el examen en septiembre para
poder pasar de año.
Esta situación del coronavirus me ha recordado mucho
aquella experiencia. Los niños están
en una especie de vacaciones sin
vacaciones, como si hubieran reprobado
y tuvieran pendientes sus exámenes
para septiembre. Tienen que estudiar,
hacer ejercicios y lo que es peor,
soportar a unos papás que se
desesperan y pierden la paciencia,
mientras lidian con la casa y con su propio trabajo. Es como si toda la familia
estuviera preparando esos exámenes.
Por su parte, los maestros están pasando sus propias angustias, ya que ellos también son
padres de familia y, además de atender a sus propios hijos, tienen que atender todas las demandas que les hacen llegar
sus alumnos o los papás de ellos. Sin importar la hora,
ahí están, al pie del cañón, asesorando y apoyando. No obstante, eso representa
un esfuerzo extraordinario que empeora con el aislamiento social y la incertidumbre de si podrán retomar el
curso, con todas sus consecuencias en lo que al aprendizaje se refiere.
Al respecto, leía un informe de la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI): “Efectos de la crisis del
coronavirus en la Educación” en el que se mencionan datos muy importantes que habría que
considerar. Este informe pretende responder a tres preguntas fundamentales: 1. Efectos
académicos del cierre de los
colegios por la pandemia del coronavirus. 2. ¿Cómo afectará al abandono educativo?. 3. ¿Qué medidas
son necesarias para reducir su impacto
educativo y social?
Según el informe, este cierre de escuelas, a causa del COVID-19, afecta a más de 177millones
de estudiantes en Iberoamérica. Menciona también que si un alumno vuelve a clases el 1º de junio perdería el 11% de su
aprendizaje en el presente ciclo
escolar. Otro efecto negativo
sería el aumento de abandono escolar, sobre todo en alumnos vulnerables económica, psicológica o académicamente. Agravado por las diferentes situaciones
en el hogar.
Las propuestas de la OEI inician con un plan de apoyo a los alumnos vulnerables y medidas que los gobiernos
deben adoptar para minimizar los
efectos de esta cuarentena escolar.
Destaca la importancia de la educación
a distancia y la necesidad de capacitar a los maestros en esta modalidad
de enseñanza para que puedan personalizar el apoyo a los alumnos rezagados. Además de lo anterior, propone, entre otros, recursos gratuitos para profesores
y padres de familia.
La verdad es que la educación digital, en esta situación de excepción,
ha sido de gran ayuda para los maestros y también para los alumnos, aunque desgraciadamente ha
dejado fuera a los más vulnerables. El
entorno de nuestros estudiantes es heterogéneo y nos encontramos con hogares que no tienen conectividad,
ni computadora; otros son disfuncionales y la violencia ha aumentado con la
convivencia forzosa; en otros hay papás
que perdieron su trabajo; en cambio otros cuentan con todos los recursos a su alcance,
incluidos unos padres preparados que los pueden guiar en su aprendizaje.
Es lamentable que estas desigualdades tan señaladas entre estudiantes se hayan acentuado con el uso de las nuevas tecnologías. La educación debería llegar por igual y con la misma calidad a todos los educandos, pero hemos visto que no es así y muchos han vivido momentos de auténtica ansiedad por no contar con herramientas digitales. Afortunadamente muchos docentes detectaron esta situación a tiempo e implementaron estrategias para trabajar en casa sin necesidad de utilizar las TIC´s, aunque lo ideal hubiera sido que todos pudieran tener una educación en línea.
Esta
diversidad en la forma de acceder al
conocimiento, también hay que
tenerla en cuenta a la hora de evaluar
los aprendizajes, por lo que habrá
que ser muy flexibles y analizar con cuidado la situación académica de cada estudiante al término del ciclo escolar.
Esperemos que las propuestas del estudio de la OEI sean tomadas en cuenta por los gobiernos, para que puedan atender cuanto antes las graves carencias que ahora han quedado de manifiesto.
No obstante es justo señalar que también
ha quedado de manifiesto la entrega de los buenos
maestros que, por encima de
cualquier herramienta tecnológica, han dejado enseñanzas que van más allá del
contenido de una materia. Ahora es cuando padres de familia, alumnos y sociedad deben valorarlos y devolverles la dignidad
y el respeto que se merecen. Reivindicar a los maestros será, a partir de ahora, un acto de justicia.
Asimismo la escuela, después de esta cuarentena
sanitaria, se va a consolidar como
la institución democrática por excelencia.
Es el reducto donde los alumnos se igualan sin importar el entorno
del que procedan. Es el espacio
donde tienen las mismas oportunidades
y se libran un poco de otros ambientes
menos sanos. Hay que fortalecerla y
dotarla de recursos para que la calidad educativa alcance a todos. Dice Roberto Eduardo con mucha
sabiduría y conocimiento:
“El maestro es el profesional de la esperanza, la construye sobre la incertidumbre de familias que encuentran en la escuela la tabla de salvación para el desorden” Petra Llamas
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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 17 de abril del 2020
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