“El carácter de una persona lo determinan los problemas que no puede eludir y el remordimiento que le provocan los que ha eludido”. Arthur Miller.
El
municipio de San Pedro Tlaquepaque se encuentra en el Estado
de Jalisco, con una población de más de 600,000 habitantes, que ya
forma parte de la zona metropolitana de Guadalajara
en México. Es una ciudad hermosa y con mucha historia; llena de atractivos turísticos y cuyas artesanías son tan bonitas y llenas de color que es imposible irse
sin comprar algo. No obstante, cuentan que hace mucho tiempo los jarritos de barro, que se
fabricaban en dicho municipio, se rompían
con facilidad y de ahí surgió la expresión, “Pareces jarrito de Tlaquepaque”
al referirse a las personas excesivamente
sensibles y se sienten heridas con
facilidad.
El
término de “Personas Altamente Sensibles” (PAS) fue acuñado por la Doctora Elaine Aron quien, junto
con su esposo, estudió el rasgo de “Temperamento innato de alta sensibilidad”.
Según su investigación, este rasgo
caracteriza a dos de cada diez personas. Ella destaca cuatro características que distinguen a las personas altamente
sensibles:
1. Les gusta reflexionar y analizar mucho las cosas.
2. Se agobian con demasiada frecuencia.
3. Tienen una emotividad desbordada y son muy empáticos
4. Detectan con mucha facilidad las sutilezas.
Son
esas personas que adivinan el estado
de animadversión o simpatía de la otra persona, con una mirada o un simple gesto. Perciben lo que
otros no pueden y saben perfectamente lo que está sintiendo la otra persona. Su capacidad de empatía es tan grande que con frecuencia sufren por el dolor ajeno sin poder evitarlo. Además de lo
anterior, son altruistas y les gusta
el servicio a los demás. Eso sí, carecen de inteligencia emocional y
les cuesta gestionar sus sentimientos
desbordados. La preocupación de
estas personas es aprender a manejar
su alta sensibilidad y dejar de sufrir
tanto por ellos y por los demás.
Esta
condición, que afecta a dos de cada diez
personas y parece ser innata, no
puede ser confundida con los rasgos que caracterizan a la “Generación Z”, también llamada “Generación de cristal” por la fragilidad
del carácter que los distingue, aunque compartan algunos de esos rasgos. La debilidad de esta generación no
es innata, es producto de unos padres
sobreprotectores y un entorno tan
favorable que se quiebran
emocionalmente, con mucha facilidad,
además de tener cierta tendencia a la ansiedad y la depresión.
“El
carácter no puede ser desarrollado
en la tranquilidad y quietud. Sólo a través de la experiencia en el sufrimiento, puede ser el alma fortalecida, la ambición inspirada y el éxito
alcanzado” dijo Helen Keller y cuánta razón tenía.
La
llamada, “Generación Z” la forman
los jóvenes que nacieron entre 1990 y
2000, más o menos. Crecieron con unos padres
mucho más benévolos que los de los “millennials”,
padres que han ido eliminándoles los obstáculos del camino, evitándoles responsabilidades, frustraciones y sufrimiento.
El
sistema educativo también ha
colaborado en su “formación”. Facilitó
con decretos el tránsito de un grado a otro sin que el alumno tuviera que estudiar
o asistir a clases; tampoco sufrieron
las consecuencias de ninguno de sus actos,
enseñándoles la impunidad en su más
pura expresión. Han recibido la instrucción de unos maestros asustados, con
las manos atadas y sin margen de
maniobra para poder decirles “no” o
para ejercer su autoridad, a riesgo
de ser considerados antipedagógicos.
Tuvieron que decirles “sí” a todo,
considerar como válido cualquier producto y aprobarlos a pesar de no merecerlo. Se les ha tratado como niños durante toda su trayectoria educativa y las condiciones
no fueron demasiado propicias para enseñarles el valor del estudio, la constancia o el esfuerzo. Es la filosofía educativa de la condescendencia, la mediocridad y el poco rigor.
Realmente
no tienen la culpa, son producto de unos padres
que querían lo mejor para ellos;
producto de una educación light, permisiva y superficial,
y producto de unos medios de comunicación que exaltan el “tener” por encima del “ser”, bombardeando a nuestros jóvenes con el éxito y dinero sin
dificultad. El mensaje es claro, no se necesita estudiar si pueden triunfar como youtuber, gamer o similares.
Son la generación más frágil de la historia, muy vulnerables emocionalmente y demasiado inmaduros.
No
obstante, tienen cualidades muy atractivas. Son muy hábiles con la tecnología, están preocupados por el medio ambiente, les
gusta comer sanamente y al ser tan sensibles tienen un gran espíritu de solidaridad. Aun, con todo
y su fragilidad de carácter, vienen empujando fuerte, haciéndose notar y queriendo cambiar el mundo. Serán ellos los que se encarguen de que éste siga
rodando; serán ellos los que deberán construir una mejor sociedad y que sea un lugar más bueno que el que hoy tenemos.
Seguramente lo lograrán a pesar de que no se les proveyó de las herramientas necesarias.
Esperemos
que por esos mundos del Dios se
encuentren con las dificultades
necesarias y justas, para que acaben de forjar su carácter. Esperemos que, así como en Tlaquepaque ya fabrican jarritos mejor hechos y más fuertes,
también la sociedad se esmere en la formación
de las nuevas generaciones. Creo firmemente que no hay educación más completa que la que armoniza la exigencia con el amor y el
manejo adecuado de sus emociones. Decía
Kalil Gibran: “Del sufrimiento han emergido las almas más fuertes. Los caracteres más
sólidos están fortalecido por cicatrices”. Petra Llamas
Twiter: @PetraLlamas
Correo: petrallamasgarcia@gmail.com
youtube: https://www.youtube.com/c/ReflexionesdelaMaestraPetraLlamas
Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 19 de junio del 2020
0 Comentarios
Gracias por tus comentarios