“No hay escuela igual que un hogar decente y no hay maestro igual a un padre virtuoso” Mahatma Gandhi
Circula
por las redes sociales una fotografía en la que aparecen una abuela y un niño delante de la computadora
recibiendo clases en línea. La abuela toma nota mientras el nieto está
boca abajo en el banco, entre aburrido y fastidiado. La foto se acompaña de una frase que dice:
“La realidad de las clases virtuales”.
Es
una foto que a todos los maestros
nos hace sonreír con cierta tristeza,
ya que la imagen es un retrato fiel de
la situación. Si con jóvenes universitarios
es muy difícil mantener la atención, no quiero imaginar lo que pasarán los maestros de básica para que los niños escuchen sus explicaciones y lo que sufrirán también los padres desempeñando el papel
de maestros.
Aún
recuerdo mi experiencia de niña en el alto Pirineo,
en un pueblecito de Huesca llamado, Laspaúles. En invierno nevaba tanto que
mi hermana y yo no podíamos ir a la escuela,
entonces mi padre se encargaba de
darnos clases. Estas clases eran muy
básicas, se limitaban a operaciones
matemáticas que repetíamos en caso de error y a la lectura y escritura, ésta última consistía en copiar páginas del Quijote, su libro favorito, y leerlas
en voz alta. Afortunadamente eso no me hizo rechazar el libro, al contrario, es
uno de mis favoritos.
Esa
actividad suponía un gran esfuerzo para nosotras, casi tan grande
como el de mi padre, al que
seguramente no le apetecía nada hacer de maestro.
Ambas partes los sufríamos y sólo esperábamos que el clima mejorara para poder estar con los compañeros y con la maestra
a la que valorábamos como agua de mayo.
Ahora es el virus, COVID-19, el que
tiene a los padres realizando actividades
con las que no se sienten familiarizados
y que les está causando un gran estrés.
Definitivamente
los padres nunca seremos buenos maestros de nuestros hijos. Una cosa es
ayudarlos en sus tareas y otra
diferente es mantener el ambiente
del aula con todo lo que conlleva en
horarios, orden, disciplina de
trabajo y administración de los descansos
y, por si fuera poco, los hijos
siempre cuestionan si sus padres sabrán lo suficiente para desempeñar ese rol.
No
obstante, y a pesar de estos inconvenientes,
el gobierno ya estableció que el regreso a clases
en el ciclo escolar 2020-2021 será
nuevamente en línea y solamente pasarán
a ser presenciales cuando los semáforos estén en verde. Se ha tenido el buen tino de crear cuentas de correo electrónico a los alumnos y seis canales de televisión emitirán
clases en diferentes horarios,
previendo que en una casa pudiera haber más de un estudiante. Dichas
transmisiones iniciarán el 24 de agosto
y los conocimientos impartidos serán evaluados.
También entregarán a los padres los libros de texto gratuito, que supondrá
un gran apoyo para ellos.
En
esta situación especial, padres,
maestros, autoridades educativas y empresas están obligados a poner de su parte, para que nuestros niños sigan aprendiendo en casa y
disminuir la presión que pueda
ocasionar este escenario.
Los padres deben considerar que nunca es tarde
para enseñar hábitos a sus hijos y
repetir las mismas rutinas de aseo,
comida, uniforme, estudio etc. que tenían para ir a la escuela, ya que les proporcionará una gran seguridad. También deben reflexionar con ellos sobre la importancia de la educación y que noten
a los padres contentos y comprometidos con esa misión, de esta manera será más fácil
que los hijos hagan los ejercicios, estudien, investiguen y le
presten atención a las clases por televisión, a su maestro en la cámara o trabajando en sus cuadernillos. Por otro lado, crear un
ambiente de calma en el hogar ayudará
a su concentración y sobre todo a su
estado emocional.
Los maestros, por su parte, se han convertido en
personas casi imprescindibles. Dedican muchas más horas que antes a la preparación de clases y utilizan sus propios recursos
para ello. Su papel es sustancial y su estado de ánimo más. Demostrar optimismo
y alegría logrará transmitir esperanza
y motivación a sus alumnos.
Las autoridad educativas igualmente están obligadas a poner de
su parte para que, ni a los alumnos,
ni a los maestros les falten los medios para que puedan desarrollarse en este escenario tan peculiar. Sería un buen
ejercicio realizar una adaptación
curricular y liberar de algunos contenidos
el programa. En cuanto al aspecto
económico, los presupuestos
deben distribuirse y ejercerse de una manera más justa, que apoyen a maestros y padres de familia en situación vulnerable,
ya que el fin lo amerita.
Asimismo, las empresas, sean privadas o
públicas, también tienen mucho que aportar en estos tiempos y el hecho de flexibilizar los horarios o permitir
que sus empleados trabajen en casa, ayudaría a que ningún niño se quede solo en el hogar. Son tiempos difíciles, pero
si todos nos solidarizamos y cada
sector cede una parte, al final ganaremos todos.
Cuando
esta situación de pandemia termine,
regresaremos al aula, pero la escuela no será la misma. Hemos explorado otros caminos y ese enriquecimiento debe enriquecer también la calidad
de la educación, pero sobre todo tiene
que servir para que ya no haya estudiantes
en rezago y sin oportunidades. No
cabe duda de que, como dice el proverbio africano, “Para educar a un niño se necesita la tribu entera” Petra Llamas García
Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 14 de agosto del 2020
Mail: petrallamasgarcia@gmail.com
Twitter: @PetraLlamas
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