“La
tecnología por sí misma no es
transformativa. Es la escuela, la
pedagogía, la que es transformativa”
Tanya Byron
Los
maestros sabemos que cada niño es diferente y aprende de
diferente forma y que sus necesidades también lo son. Eso siempre lo hemos
sabido, no era necesario que desenterraran las teorías antiguas del filósofo
suizo-francés, Rousseau, del siglo XVIII;
o las de Vygotski, psicólogo ruso
(siglos XIX.XX) como tampoco las del epistemólogo
y biólogo suizo, Jean Piaget, (siglos XIX.XX), para saberlo.
Aquí cabe resaltar la cantidad de ideólogos de la educación que ha habido a lo largo de la historia y que tenían y tienen otra profesión diferente a la de educador. Eso no ha cambiado y aún siguen los lineamientos educativos en manos de neurólogos, psicólogos y “opinadores” educativos y cuyas teorías se imponen, mientras desconciertan con ellas a maestros y alumnos.
Debo reconocer que ha habido aportaciones valiosas,
pero en su gran mayoría, estos ideólogos
de la pedagogía moderna, que llaman “innovadoras” a sus teorías copiadas del siglo
pasado y antepasado, tienen más de teóricos
que de prácticos.
Los
teóricos de la educación empiezan a
hablar de aprendizaje en los años 70
y 80 y es cuando aparecen las teorías de
los estilos de aprendizaje. Una de ellas, tal vez la más popular es la de James Keefe, quien dice: “Los estilos de aprendizaje son los rasgos
cognitivos, afectivos y fisiológicos, que sirven como indicadores relativamente
estables de cómo los discentes perciben, interaccionan y responden a sus
ambientes de aprendizajes” y los clasifica en: auditivos, visuales y kinestésicos.
El
estilo de aprendizaje auditivo es aquel en el que el alumno prefiere escuchar y que le expliquen
las cosas, contando normalmente con una buena memoria auditiva. El visual
se caracteriza porque el alumno
prefiere las imágenes, diagramas, videos etc., aunque no necesariamente quiere decir que sea un buen lector. En cambio en el kinestésico,
la preferencia es el hacer. Les
gusta aprender haciendo o relacionarse
de manera activa con la información.
Después
aparecieron otros autores que ampliaron
los estilos de aprendizaje con
características personales, rasgos, dimensiones, preferencias y por interacción social. Tenemos
el modelo de Sperry y la teoría de
los dos hemisferios y las funciones
específicas de cada uno de ellos; también está el de Gardner y la teoría de las ocho inteligencias; el de Kolb y los cuatro estilos de aprendizaje:
el acomodador, divergente, convergente y asimilador; o el de Herrmann que también define cuatro
estilos de aprendizaje: el experto, organizador, comunicador y estratega.
Existen otros más, todos clasificando y
etiquetando a los alumnos.
El caso es que estos estilos se volvieron un referente y se aconsejaba enseñar de acuerdo a los mismos, por lo que también proliferaron los test para detectar con cuál se identificaba cada alumno, para reforzarlo con clases ad hoc.
De nuevo los psicólogo y
neurólogos interviniendo en los procesos de enseñanza y aprendizaje,
sin considerar la opinión de los maestros, que recibían capacitación al respecto y debían implementar estas teorías en sus aulas. Hoy día muchos expertos
las critican y las consideran uno
más de los muchos mitos de la educación.
Ahora estamos enfrentándonos a una situación inédita en el mundo de la educación. Los alumnos deben recibir clases a través de la televisión, radio o por internet y con el apoyo de los padres. Yo me pregunto si aún se les pedirá los maestros que tengan en cuenta en sus clases virtuales los diferentes estilos de aprendizaje o lo que ocurrirá en realidad es que los niños empezarán a dejar de ser tan kinestésicos y se volverán auditivos y visuales, sin que ningún maestro lo provoque intencionalmente y de paso también se vuelvan menos dispersos.
Algunos expertos suponen que la enseñanza virtual ha traído la tan denostada educación tradicional de regreso, ya que el niño recibe pasivo unas clases teóricas y después realiza ejercicios de refuerzo en sus cuadernillos de trabajo.
Por
su parte, los “especialistas” en educación ya están condenando la práctica docente en el ambiente virtual, porque consideran que no se está llevando a cabo
ningún modelo como tal, sino que se
está utilizando la tecnología como
un medio y que las clases son similares
a las que se dan en el aula.
Es
cierto que la educación virtual
necesitaría un modelo diferente de didáctica y que habría que revisar el rol del maestro en este ambiente; al igual que los contenidos, que deberían seleccionarse con mucho cuidado, priorizando los básicos y posponiendo
los innecesarios. Sin embargo, sería bueno recordar también que la educación virtual nunca se pensó para los niveles de primaria y secundaria.
¿De qué sirvieron tantas teorías del aprendizaje y tantos expertos neurólogos y psicólogos dirigiendo el ritmo de la educación? Hoy, en pleno siglo XXI, con una pandemia que ha paralizado el mundo, hubo que subirse al carro de la tecnología sin entrenamiento; así que, más que pensar en teorías del pasado, modelos o criticar las labor docente, hay que apoyar a los maestros y padres de familia a superar este gran reto y si los niños escriben y leen mucho más de lo que hasta ahora estaban haciendo, no importa que haya regresado la educación tradicional, como tampoco importa si el niño era visual, auditivo o kinestésico, lo importante es que adquieran buenos hábitos, aprendan y sean mejores personas.
“La tecnología nos está enseñando a ser humanos de nuevo” Simon Mainwaring. Petra Llamas
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Publicado en La Jornada Aguascalientes el 28 de agosto del 2020
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