“La
mayor parte del pueblo que emerge desorganizado, ingenuo y desesperado con
fuertes índices de analfabetismo y semianalfabetismo, llega a ser juguete de
los irracionalismos” Freire.
Recuerdo que hace unos años tuve que seleccionar a la persona que sería mi asistente y ya en ese entonces tenía muy claro su perfil. En el rubro de las actitudes esperaba que fuera una persona trabajadora, proactiva, resolutiva y amable. En el de las aptitudes lo tenía mucho más claro, necesitaba a alguien que supiera leer y redactar muy bien y sobre todo sin faltas de ortografía.
Afortunadamente encontré a la persona que cumplía con todas esas habilidades y la contraté de inmediato.
A los pocos días me di cuenta de que me había precipitado, porque casi no sabía
usar la computadora. Hablé con ella
y le dije que era una habilidad
imprescindible para su trabajo y que si no la desarrollaba tendría que
prescindir de sus servicios.
La
persona en cuestión tenía mucha necesidad de trabajar y no parecía dispuesta perder su empleo por esa minucia, así que me pidió un mes de plazo y al
cumplirse el tiempo establecido, ella ya dominaba la computadora. Fue una colaboradora de excelencia por muchos años y ha
venido a mi memoria a raíz del concepto que en estos tiempos de pandemia se
utiliza con frecuencia, la de “analfabetas
digitales”.
Éste
es un concepto con el que no
coincido, yo en ningún momento consideré a mi asistente como una analfabeta, ya que ella hablaba, escribía y procesaba la información magistralmente. Su único
problema era que no sabía utilizar una computadora
y eso lo aprendió rápidamente.
En
justicia, también habría que señalar
el caso contrario, a los que sí
saben utilizar una computadora, pero
no entienden lo que leen y no pueden
procesar la información, ni tampoco
pueden expresarse por escrito, son los
llamados “analfabetas funcionales”. Al
respecto hay una frase de la profesora María Elvira Roca Barea, que dice: “Analfabetas ha habido siempre, pero ahora
salen de las universidades”.
El
concepto de “analfabeta” debe seguir
utilizándose para los casos que fue creado. La ONU lo define como “Una
persona que no puede ni leer ni escribir
un breve y simple mensaje relacionado con su vida diaria”. Por su parte la
Real Academia de la Lengua Española dice que es: “Persona que no sabe leer ni escribir y, por extensión, ignorante o inculto”
En
medios físicos y digitales circulan miles de artículos en los que se señala la desventaja que tienen los que no
saben utilizar las nuevas tecnologías
y en cierta forma tienen razón, pero me resisto a llamarlos analfabetas, creo que este término es
tan importante que no debería utilizarse para definir a las personas que no
pueden manejar una computadora o un
teléfono inteligente. Es posible que
sea una desventaja, pero es más
fácil de solventar que la de ser una analfabeta.
Utilizar
el término analfabeta digital le
quita la gravedad al problema que supone tener personas en esta situación de ignorancia y desigualdad. Entiendo que
se haya adoptado para crear conciencia de los nuevos analfabetismos en la era digital. No obstante, habría que desarrollar un neologismo que hable del atraso de
algunos sectores de la población en lo que a manejo de las herramientas digitales se refiere y respetar el
término analfabeta.
El
analfabetismo es un fenómeno
vergonzoso, cuya existencia denigra
a cualquier país, significa que los gobiernos abandonaron a grandes
sectores de la población a su suerte y los condenaron al atraso. Es la evidencia de una gran injusticia social. Dejaron sin escuelas
zonas aisladas y permitieron que en las pocas que existían se diera una educación de mala calidad, sin maestros, sin programas para abordar el
abandono escolar o el fracaso en los estudios.
Factores todos ellos que lo propician. Es cierto que combatir el analfabetismo no da el mismo lucimiento
que construir edificios, pero cualitativamente es la mejor obra que
cualquier gobernante puede realizar.
Sé
que solicitar que no se utilice la palabra analfabetismo,
cuando se refieran a no poder manejar las TIC´s,
es un acto romántico, porque el término ya es de uso común; máxime cuando la propia
UNESCO determinó el 8 de septiembre para conmemorar el “Día Internacional de la Alfabetización
Digital” como medida para reducir las desigualdades tecnológicas. No
obstante, espero que la sociedad y
el gobierno no pierdan de vista el
grave problema que supone el analfabetismo y que se atienda con la
misma intensidad con la que ahora se atienden las carencias tecnológicas.
Es
cierto que la pandemia puso en jaque al sistema educativo y que éste pudo salir adelante gracias a las nuevas tecnologías. Es cierto también
que sería muy difícil prescindir de
las ventajas que nos ofrecen; pero
también es verdad que existen muchos lugares donde están saliendo adelante sin
estos recursos tecnológicos y no es
justo que se les llame “analfabetas
digitales”.
Aprender
a usar dispositivos tecnológicos es
fácil y siempre habrá tiempo para hacerlo; pero aprender a leer y escribir bien; ser un persona de principios y actuar con ética
no se aprende con tanta facilidad. No
sobrestimemos las TIC´s más de la
cuenta, porque al hacerlo estamos subestimando
las habilidades del ser humano para adaptarse a todas las circunstancias.
“Cuando todos sepan leer y escribir (…) encontrareis en el pueblo jueces cuya censura habréis de temer (…) y entonces adquiriréis las virtudes que os faltan” Flora Tristán. Petra Llamas
Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 18 de septiembre del 2020
Twitter: @PetraLlamas
Mail: petrallamasgarcia@gmail.com
Youtube: REFLEXIONES DE LA MAESTRA PETRA LLAMAS
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