“Tan solo por la educación puede el hombre llegar a ser
hombre. El hombre no es más que lo que la educación
hace de él”. Kant
Si
el hombre es lo que la educación
hace de él habría que presentarle muchos reclamos,
por lo menos en la parte que le toca a la educación
formal. Esto lo digo por el espectáculo
vergonzoso que dieron algunos maestros universitarios, cuyos alumnos
los grabaron mostrando su peor comportamiento. Del reclamo tampoco se
escaparían los estudiantes, puesto que
demostraron una gran cobardía al no
defender a sus compañeros y al
utilizar la manera más baja de denuncia,
una grabación anónima.
Las
vergonzosas historias son de todos conocidas y han tenido mucha difusión mediática, pero vale la pena
recordarlas. En una de ellas el profesor
insulta a un estudiante con autismo y en su disculpa alega que así trata a sus alumnos para fortalecer
su carácter y que, en el caso
concreto de este joven, desconocía su condición, pero también aclara
que él es un maestro, no una niñera. Después de esto no es necesario
extenderse mucho más en analizar la
poca calidad humana de este profesor.
En
los casos del comportamiento machista de los otros dos profesores tampoco hay mucho que
comentar porque es demasiado evidente.
Uno de los docentes cuenta la
anécdota de una chica que conocía y a la que llamaban la “bolsa de hielo”, no por fría, sino porque cuando la golpeaban aflojaba, como los hielos. El otro profesor, se comporta igual de vulgar,
puesto que, ante la petición de ayuda de una estudiante, le comenta que no sabe cómo ayudarla ya que, al no
haber clases presenciales, no puede
pedirle sexo. Son comentarios tan inapropiados que ni como chiste pueden
tolerarse.
Siempre
me ha molestado que se idealice a
las personas, profesiones o situaciones.
Una de las idealizaciones que más
daño hace es la del maestro. Sólo
hay que buscar frases célebres, series
de televisión, películas famosas o discursos
del día del maestro para darse
cuenta de que están hablando de santos
o súper hombres. Creo que el maestro
ideal es que se prepara constantemente, se respeta
a sí mismo, cumple con su trabajo y sobre
todo respeta a los alumnos y procura su aprendizaje.
Es
cierto que siempre debe haber un ideal
al que aspirar o nos quedaríamos en un nivel muy básico, pero no podemos perder de vista que el hombre sólo es perfectible
y por tanto está sujeto al error y a
las consecuencias del mismo, consecuencias con las que normalmente aprende y madura. “Los golpes de la
adversidad son muy amargos, pero nunca estériles” diría el escritor
francés, Ernest Renan.
El problema es que no siempre hay consecuencias después del error, por increíble que parezca, y cuando eso ocurre aparece uno de los peores cánceres de la sociedad, la impunidad, que no es otra cosa que dejar una acción reprobable sin castigo, y todos sabemos que uno de los efectos más notorios de la impunidad será la violación sistemática de los derechos humanos. En el caso concreto de estos maestros se sabe que fueron retirados de dar clases.
Aquí el punto no es si sufrirán las consecuencias de sus actos, sino que ojalá hayan aprendido lo suficiente para no repetir
esta conducta nunca más y que se comporten de una manera más respetuosa de ahora en adelante, si es
que regresan a las aulas. En el caso de los alumnos tampoco sabemos si tuvieron consecuencia, ya que había un comunicado
de la universidad que prohibía hacer
grabaciones.
No
obstante, no es sólo la grabación lo
que estuvo mal, sino que ninguno de ellos tuvo el valor cívico de pararle
los pies a estos irrespetuosos y vulgares maestros. Al contrario, se quedaron pasivos y seguramente muy molestos,
y sólo se les ocurrió grabarlos y difundir
el video en redes sociales para que
fueran linchados por la turba. Creo que ésa no es la manera de resolver un asunto de este tipo en el nivel universitario, ni en ningún otro.
Si
los estudiantes llegan a la universidad sin saber defenderse, con asertividad y valentía,
ante el abuso de maestros sin principios ni ética,
algo no se ha hecho bien en su educación.
A estas alturas ellos debieron gestionar su defensa, porque créanme que nadie enseña mejor a un profesor
que sus propios estudiantes. Exponerlos de una manera tan baja no
dejará bien a sus profesores, pero
tampoco a los alumnos.
Los
hechos antes mencionados deben
hacernos reflexionar sobre la
importancia de seleccionar con mucho cuidado a los maestros, sobre todo en los niveles de educación media y superior, donde ya no son docentes de profesión, sino profesionales que eligieron dedicarse a la enseñanza,
además de procurar que sean buenas
personas, respetuosas y con educación, de otro modo nuestros estudiantes estarán en manos de patanes, que tal vez sean excelentes en su profesión, pero dejan mucho que desear como personas. “Lo que es el maestro, es más importante que
lo que enseña” (Karl Menninger)
Así
también, merece la pena incidir en
la formación de valores a nuestros estudiantes, para que sean capaces de resolver los conflictos de manera pacífica
y con asertividad. El fin nunca justifica los medios y los
jóvenes tienen que tenerlo muy claro
a la hora de exhibir de una manera
tan deshonrosa a maestros deshonrosos, porque al hacerlo se
pusieron en el mismo nivel que ellos. Petra Llamas García
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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 30 de octubre del 2020
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