“Debemos volvernos prósperos trabajando
duro y donando generosamente” Atharvaveda (texto sagrado del
hinduismo, 2000 a.C.)
Esta
máxima tan importante parece haber
perdido significado con los tiempos
que corren. Hoy día todos quieren hacerse
ricos a corto plazo y sin esfuerzo,
ni trabajo y lo más terrible es que
algunos lo están logrando, convirtiéndose en la referencia de muchos que los imitan,
para ver si también lo consiguen.
No
hay nada que haya perdido más valor que
el valor del esfuerzo o del trabajo que hay detrás de cualquier logro. Ese término se ha expulsado de las familias y las escuelas,
donde tradicionalmente tenía su reducto,
volviéndola casi una palabra tabú y
ha sido relegado a ciertas actividades
puntuales y para gente que nos empieza a parecer de otro
mundo. Como ejemplo sirva el de bailarines, deportistas o músicos que
trabajan día tras día, buscando la perfección
o simplemente para superarse a sí mismos. Lo malo de estas profesiones, donde el esfuerzo aún tiene
su reino, es que sólo se ven los logros, pero nunca lo que hay detrás de
ellos.
Mahatma Gandhi
estableció que existen siete pecados
sociales que dañan profundamente a
la humanidad y son la causan de su deterioro y la pérdida de su espiritualidad.
Estos pecados sociales son enunciados concretos y brillantes que además no han
perdido vigencia. Estos son: 1.Política
sin principios. 2. Economía sin moral. 3. Riqueza y bienestar sin trabajo. 4.
Educación sin carácter. 5. Ciencia sin humanidad. 6. Goce sin responsabilidad.
7. Religión sin sacrificio.
El
de riqueza sin trabajo es uno de los
pecados de la sociedad más visibles
en la actualidad. Los medios de
comunicación y las redes sociales
nos han presentado una serie de personajes
que parecen haberse hecho ricos y
famosos sin demasiado esfuerzo. Políticos que se vuelven millonarios después de su gestión. Empresarios con una ostentosa
y dudosa prosperidad o jóvenes que, con sólo 500 palabras en
su vocabulario, y sin mucha preparación, se dedican a decir tonterías delante de una cámara y se han vuelto millonarios de la noche a la mañana. Lo
más curioso de todo es que algunos de ellos opinan sobre educación y los más audaces hasta de valores.
La
fascinación de la masa por ese tipo
de gente superficial que se vuelve exitosa
es tal, que todos quieren imitarlos.
Nunca en la historia de la humanidad había sido tan fácil volverse rico, en tan corto espacio
de tiempo, sin mucho trabajo de
por medio, con nula preparación y que
de paso resulte divertido, o por lo
menos es lo que les están haciendo creer a las nuevas generaciones.
Es
en este caldo de cultivo donde
también ha surgido lo de la ley de la
atracción. Vemos personas de
todos los niveles repetirse una y
mil veces que se merecen prosperidad
y lo gritan al “universo” como si
fuera un ente que otorga riquezas por el sólo hecho de desearlo. Decía Colin Powell: “No hay ningún
secreto para el éxito. Es el resultado de la preparación, el trabajo y aprender
del fracaso”. Es una frase llena
de razón y sentido común, pero tal
como están las cosas, algunos
podrían ofenderse con ella.
Ese
afán de hacerse rico sin trabajar es
también la bandera que enarbolan muchos
de los niños de hoy día. Todos hemos
visto los videos donde se les
pregunta a qué se dedicarán cuando sean grandes
y ellos contestan, con toda la seguridad del mundo, que quieren ser youtubers, gamers o inlfuencers. En
cierta forma es lógico este fenómeno,
ya que va aparejado al aumento del
uso de los teléfonos inteligentes
por los parte de la población infantil.
Es obvio que si eso es lo que ven
constantemente, ésas serán también sus referencias.
Aquí los padres tienen que cuidar el
tiempo que dedican a la tecnología y sobre todo los contenidos.
Ser
youtuber es una actividad en
apariencia divertida y sin ninguna complicación y que si pega los puede
volver millonarios en poco tiempo,
al igual que los gamers que también
pueden llegar a ganar mucho dinero con la adicción a
los juegos. Los influencers son muy similares a los youtubers, son personas que influyen
con sus opiniones en la gente y que utilizan diferentes plataformas.
Lo
que parecen no haber contemplado los niños
y jóvenes es que en la mayoría de los casos no se convertirán en famosos y ricos, porque el comportamiento de las masas es inexplicable y algunos videos
espantosos y en ocasiones también moralmente
reprobables, se vuelven virales sin explicación alguna,
mientras otros, que son auténticas obras
de arte, pasan desapercibidos. Lo
mismo pasa con los gamers o los influencers, que no todos serán exitosos.
Sea como sea, es innegable que se han vuelto los empleos favoritos de niños y jóvenes y esto, como sociedad, debiera preocuparnos, porque significa que la educación, tanto de los padres de familia como de la escuela, está descuidando seriamente la formación en valores. Se les está enviando el mensaje de que no tiene ningún valor estudiar o trabajar.
Se están desarrollando generaciones superficiales que quieren el éxito y la fama inmediatos y dejan los estudios o el trabajo en aras de una actividad en la que no tienen
asegurado ni el éxito, ni la estabilidad. Sería bueno recordar a los
padres de familia el proverbio chino que dice: “Dar a un
hijo mil onzas de oro no es comparable a enseñarle un buen oficio”. Petra Llamas
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Publicado en La Jornada de Aguascalientes el 27 de noviembre del 2020
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