Es
evidente que la sociedad actual
tiene diferencias notorias con respecto a la de hace algunos años debidas en su
mayor parte al gran avance tecnológico
que se ha tenido. La educación, como
un bien social que es, también ha
sufrido modificaciones que aún no
acaba de digerir y que, para variar,
la mantienen a la zaga de dicho
desarrollo.
El
docente no puede desvincularse de estos cambios y se ha visto obligado a salir
de su zona de confort para navegar entre el desarrollo tecnológico, los nuevos
contenidos y metodologías y el perfil
de un educando al que no le resulta nada fácil motivar. Por si fuera poco, el sector
productivo y social le ha encargado que lo prepare en las llamadas, habilidades blandas (habilidades
interpersonales, trabajo en equipo, empatía, tolerancia a la frustración etc.) porque
los estudiantes actuales tienen
muchas cualidades, pero necesitan desarrollar otras que le serán de gran
ayuda en el mundo laboral y en su desempeño
social. Todos sabemos que un estudiante bien preparado encontrará trabajo con facilidad, pero las habilidades blandas le servirán para
mantenerlo.
Hace
10 años era inconcebible que un profesor
de universidad se preocupara por desarrollar las habilidades blandas en su clase, pero hoy es consciente de la importancia
que tienen y de que debe y puede hacerlo sin que ello afecte la materia que imparte. Por tanto, al profesor le toca también la tarea de ayudar al educando a transitar por el nuevo contexto educativo, al tiempo que él
mismo se construye para adaptarse
a un perfil diferente de alumno y a unas
circunstancias tecnológicas y de conocimiento, también nuevas.
Para
lograrlo necesitan estar muy comprometidos
con su profesión, ser inspiradores y poseer unas competencias básicas, que les permitan desenvolverse y poder ayudar a sus educandos. En mi opinión, las más
importantes serían:
1. Conocimiento profundo
de la disciplina que deben impartir,
manteniéndose permanentemente actualizados.
2. Una amplia cultura
general. Que les
guste leer, que aprecien el arte, la música y otras manifestaciones culturales
y que se preocupen por cuestiones sociales y del medio ambiente, entre otras.
3. Preparación
pedagógica, ya que la
mayoría ha descubierto el fascinante mundo de la enseñanza de una manera
circunstancial, pero necesitan ese apoyo metodológico.
4. Ser excelentes
comunicadores, que
les permitan transmitir la información, motivar, lograr un ambiente de respeto
en el aula y tener mucha empatía con sus alumnos, a los que ahora tendrá que
atender de manera personalizada.
5. Adquirir las
competencias tecnológicas,
si no las tiene, o seguir ampliándolas si ya las domina, para que las utilicen didácticamente
en el aula.
6. Conocer y comprender
al alumno del siglo XXI,
para que pueda existir un diálogo de entendimiento.
7. Desarrollar la creatividad
e innovación y aquí
la principal fuente serán sus propios alumnos, además del estudio, la lectura y
la investigación.
Pueden existir otras muchas competencias, pero creo que estas siete,
bien dominadas, serían suficientes para poder llevar a cabo su
tarea con estos jóvenes que han nacido y viven inmersos en un ambiente tecnológico y que esperan un aprendizaje divertido, rápido, sencillo, práctico y sin complicaciones.
Alumnos a los que no les gusta leer y se aburren con facilidad ante una clase magistral. Estudiantes que tienen cierta tendencia a tirar la toalla ante las dificultades y abandonan los estudios con relativa facilidad, sobre todo por su afán de triunfar rápidamente con
actividades en redes sociales. Son algo
irreverentes y no les impresiona la autoridad, por tanto necesitan razones para aceptarla sin rebelarse.
Por su parte, los cambios tecnológicos y este perfil
de estudiante están presionando al sistema
educativo para que haga un replanteamiento
de los contenidos de un currículum
que debiera ser flexible; para que
se desarrollen metodologías que favorezcan
el aprendizaje activo; para que el docente sea capacitado ad hoc con los tiempos,
que no pierda su actualización y
pueda marchar al ritmo que
seguramente le exigirán sus alumnos
y el propio desarrollo tecnológico.
Son épocas de cambio e incertidumbre y
hay que obrar en consecuencia. Petra Llamas
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Publicado en La Jornada Aguascalientes
el 19 de febrero del 2021
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